Todo tiene un límite, incluso la música extrema, y nunca mejor dicho. Más allá del límite, ¿qué hay? Es decir, se pueden llevar las cosas al extremo, pero si damos un paso más caemos en el absurdo, que es lo que le ha pasado en su tercera entrega a este grupo ruso formado por miembros de PURULENT JACUZZI. Sus dos anteriores trabajos estaban justo en ese extremo último, en ese punto privilegiado de ultrabrutalidad llevada a su máxima virulencia, a la altura de burradas recientes como APOSEPSY o COPROBAPTIZED CUNTHUNTER. Y no eran malos discos, sobre todo su primer y monstruoso EP "Gastric explosions tore a gullet", del 2009. Un año después vino el supuesto larga-duración "Conveyor with cookies" con sus 23 minutos en los que ya se acercaban peligrosamente a un barullo informe donde los temas se parecían más de la cuenta entre sí.
Y ahora se les ha ido del todo la pinza con este engendro, un aborto que no llega a los ocho minutos de duración y en el que no hay forma de distinguir nada. Como decía, cuando las cosas se llevan más allá del límite se convierten en un puro absurdo. Y lo dice un adorador a muerte de ANAL CUNT en su lado más Noise, de ABRUPTUM o hasta de STALAGGH, pero es que estos grupos hacen genuino y auténtico ruido, sin concesiones. Ruido y ruido y nada más que ruido. Ahora bien, pretender que uno hace música cuando no hay dios que entienda nada y, sobre todo, cuando todos los temas son prácticamente iguales -un ultrablast al que se le añade un gruñido de fondo- es un contrasentido y un absurdo. Sin más.
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