Este es uno de esos discos que despista y que es mucho más de lo que parece, pero a la vez todo lo que parece. En principio es un desparrame de vísceras, sangre, Grindcore desquiciado y letras delirantes con títulos como “Mil muertos aserrando frenillos” o “Los fist fucking del Doctor Serrucho”, y musicalmente una orgía de chillidos, guitarrazos y blastbeats. “Puro, sádiko y enfemizo zombified grindcore”, como dicen ellos. Y lo es a rabiar y hasta sus últimas consecuencias, pero también es mucho más.
Todo suena rápido y cortante y la agresividad te da en la cara desde el principio, pero también hay chicha en la música y no se limitan a hacer el cafre sin más, evitando caer en la excesiva simpleza de otros colegas del género. Riffs y ritmos variados, cambios de tempo sencillos pero eficaces, unas melodías de guitarra dobladas de vez en cuando, dos voces -gutural y rasgada-… la fórmula perfecta para resultar amenos durante treinta temas y sin renunciar a la esencia del Grindcore más genuino y despiadado.
Más aún, la música flirtea a menudo con otros estilos y hay pasajes que tienen un cierto carácter de Death melódico, sobre todo cuando aparecen las mencionadas frases de guitarra armonizadas pero también en algunos riffs. Entre eso y el doble ataque vocal, el disco parece a ratos una mezcla del “Slaughtercult” de EXHUMED y del “Unhallowed” de THE BLACK DAHLIA MURDER, o algo equidistante entre ambos. Y al añadirle algún efímero solo, arreglos discretos pero efectivos, samplers y ocasionales bases techno pero sin abusar y unas intros sabiamente elegidas y que no se pasan de duración, han logrado un conjunto impecable y han demostrado que se puede hacer el animal y hacer buena música a la vez.
Capítulo aparte y digno de admiración son las letras: los títulos van todos en la línea de los mencionados, con perlas como “La feria de la karne podrida”, “Masturbazión anal con un tampax usao” o “Despieze de maskotas”, pero concretamente estos tres hablan del 11-M, la telebasura y la experimentación con animales, y a lo largo de los demás tocan temas comprometidos como el maltrato a las mujeres, la drogadicción, la pederastia y hasta la escena metálica extrema, pero todo presentado bajo la apariencia de un simple cómic sanguinolento. De nuevo hay mucho más de lo que parece a simple vista, pero también abundan las letras que directamente son sólo una fantasía gore de vísceras y masacres, así que, como en el apartado musical, hay de todo y todo bien hecho.
Antes aludí a las intros y no quiero pasarlas por alto, porque en este disco además de ser cortas están fenomenalmente integradas con la música, tanto por su sentido como por el momento y la forma en que se funden. Y luego hay puntazos descacharrantes como el unir el “Hey! Ho! Let’s go!” de los RAMONES con el riff inicial del “South of Heaven” de SLAYER y que quede bien en medio de un tema furiosamente Grind. O fumadas como el interludio “Belzebú, el gran enemigo del Cielo”, más ejemplos del gran ingenio que demuestran a lo largo de todo el disco.
Y por último creo que también hay que elogiar el hecho de que se han currado un disco doble, o lo que en vinilo sería un disco doble: una hora y diez minutos de música, treinta temas todos a la misma altura de inspiración y todos igual de válidos y sin rellenos, una especie de “…And justice for all” en versión Death/Grind y a la española. No hay que andarse por las ramas con este tema: un disco de veintitrés minutos no es un disco, y en unos tiempos donde parece que con media hora los grupos ya han cumplido tenemos a estos tíos ofreciendo a la gente todo lo que tienen (incluso aunque cinco temas sean versiones). Y no es que por meter más temas un disco sea mejor, por supuesto, pero cuando un grupo está a tope de creatividad y de resultados como SERRUCHO, es admirable que lo den todo, porque perfectamente podrían haber sacado un disco de 35 minutos y dentro de un año otro igual, y no lo han hecho. Qué demonios, están dando dos por uno de un producto de alta calidad, qué más se puede pedir.
La única pega de este formidable disco es que la mezcla no está bien compensada y hay un claro desequilibrio entre los instrumentos, especialmente las voces, demasiado por debajo de la música, y la batería va y viene pero en general también le falta presencia. El resultado es cierto barullo que le sienta muy bien a la brutalidad de la música pero que hace perder detalles en un disco que tiene muchos. Y las voces, por otra parte, casi nunca se entienden, y eso que “cantan” en español, pero en gran medida es resultado de la mezcla. Es lo único que empaña este álbum portentoso, plagado de talento a la vez que de furia y que admite tantas formas distintas de percibirlo, escucharlo y disfrutarlo.
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