Ahí quería yo llegar: quizá haya quien conozca a CANINUS, ese grupo que tiene en sus filas a dos rottweilers porque, como ellos mismos dicen, "All these death-metal bands have dudes trying to sound like animals, so we figured we'd give people the real deal". Es de una lógica aplastante, y encima los animales no tienen derechos sindicales ni piden royaltis. Pero incluir perros es una cosa digamos “normal”, ya que el Death Metal siempre ha tenido vocalistas que ladraban, gruñían, etc., así que el salto tiene su justificación, y, en el fondo, a estas alturas tampoco es lo que más puede sorprender a la audiencia. Por cierto, CANINUS hacen una música muy recomendable, al margen de estas cosas pintorescas y puramente anecdóticas.
En esta línea de grupos que incluyen en su formación a verdaderos animales al lado de animales del género supuestamente racional, tenemos también a HATEBEAK, donde las tareas vocales las desempeña nada menos que un loro. O cotorra, o cacatúa, o lo que sea, que tampoco estoy yo ahora por la labor de doctorarme en Taxonomía. Juraría que es un loro. En todo caso, este ejemplo sí que es puramente de cara a la galería y no va más allá de ser un buen motivo de risas y todo un alarde de exotismo, nunca mejor dicho.
Y volvemos a los humanos que simulan animales: tras los que sonaban como perros vinieron los que imitan a los cerdos, con sus pig-squeals tan queridos por muchos grupos de Grind, Gore-Grind y últimamente de Slam, esos chillidos propios de nuestros suculentos gorrinos en el día de San Martín. Se han puesto tan de moda que hasta se pueden encontrar distintas técnicas e instrucciones para aprender a hacerlos, y hoy día un grupo volcado en los subgénero más underground y cavernícolas no es gran cosa si no tiene un vocalista versátil que sepa pasar de los gruñidos a los wee-wees en menos que canta un loro.
Así las cosas, el último giro de tuerca y la última conquista de nuestros zoófilos más estridentes ha sido empezar a sonar como… ¿ranas? Sí, eso parece. Ranas. Se ve que son el bicho más dado al metal extremo en todas sus variantes. Ranas guturales, ranas aplastadas, ranas regurgitantes, no se me ocurre nada más parecido a lo que sale por la tráquea de ese personaje casi de ficción que está al frente de un grupo con el bonito nombre de VAGINAL PENETRATION OF AN AMELUS WITH A MUSTY CARROT. Quien desconozca el significado de alguna palabra, que la busque, la diversión está garantizada. Estos angelitos vienen de Austria, y aunque su música vale menos que un puñado de alpiste caducado, sólo por “ver” a su cantante ya merecen la pena. Y por oírle, por supuesto, pero es que verle ya es todo un espectáculo. Y tiene que ser en persona, que es cuando despliega todo su potencial de personaje sacado directamente de una película gore de serie B. Tuve ocasión de presenciar su actuación en el festival “Brutologos VII” en Palencia en mayo de este año, y mientras el tipo estaba entre el público antes de subir a escena daba casi miedo, una especie de oso polar redondo, o un elefante marino puesto en pie, ataviado con unos pantalones militares y una enorme bata blanca manchada de sangre donde se podía leer “Snuff junky”, también en letras escritas con sangre (de niño muerto, por supuesto), una mirada perdida como de loco y unos movimientos parsimoniosos y amenazantes ante cuya envergadura nadie se atrevía a incluirle en el pogo. Luego la cosa no era para tanto, claro, y no parece que hubiera desayunado vísceras de huérfanos autistas, al menos ese día, y el tipo hasta resultó de lo más afable durante las fotos tras el festival. Pero la imagen es lo que cuenta, y el entretenimiento, y la capacidad de sugestión, y en todo eso los psicópatas de VPOAAWAMC van sobrados, aunque su música, insisto, sea de lo más flojo que existe en la actualidad. Son un grupo de directo, básicamente. Pero por si alguien quiere comprobar qué engendro espantoso es ese ruido que le sale por la garganta a este personaje inverosímil, recomiendo probar con el Split que han publicado con ELITE DRUG DEALERS, donde se puede escuchar el sonido del hombre-rana en todo su esplendor. Y no me refiero a un buzo.
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