Segundo larga-duración de la reencarnación de GOREROTTED, tras el EP “Anarchogram” el año pasado y el debut “Get dead or die trying” en el 2008. Y por fin se puede decir que han encontrado su lugar y que su estilo resulta coherente. Hasta ahora la mezcla de su herencia Death y de sus nuevos planteamientos habían dado una amalgama poco o nada empastada, pero eso ha cambiado: si optan por el Groove lo hacen por fin a conciencia, los elementos Hardcore toman el protagonismo sin complejos y la inmediatez de los temas –estribillos y partes melódicas incluidas- parece más que deliberada, y a la vez muy lograda.
Tampoco abandonan del todo el Death, y sique habiendo pasajes a toda velocidad y furiosos blasts bastante a menudo, quizá más en la primera mitad, con “Just add nauseam”, “Non serviam” o especialmente “Rex oblivione”, aunque también después con “Entering the arena of the unwell”, entre otros varios (si bien en esta segunda mitad lo que más llama la atención es la influencia de los últimos NAPALM DEATH y su Hardcore acelerado, quizá hasta en exceso). Pero todos esos elementos se integran dentro de una propuesta que tiene sentido. Nada parece un pegote, para que quede claro. Luego ya será cuestión de gustos que a cada cual le agrade o no lo que ofrecen, pero se puede decir que han culminado con éxito la transformación que empezaron con su cambio de nomenclatura hace tres años largos.
Y en cuanto a los temas o los arreglos, se les puede reprochar –empezando por lo segundo- quizá un exceso de simpleza. La inmediatez y la efectividad no tienen por qué estar reñidas con un poco de elaboración o con un cierto trabajo de pulido final. Algún solo, por ejemplo (como en “The hammer of witches”), alguna frase de relleno, alguna guitarra doblada… son cosas que no les alejarían de su estilo pero le darían a este una proyección más interesante. A cambio, los temas son de una solidez estructural formidable, cada uno con su identidad y cada uno un magnífico ejemplo de cohesión. Y, por otra parte, aunque los más pegadizos son los primeros, todo el álbum tiene momentos brillantes y partes fáciles de seguir y de recordar (el sencillo estribillo de “House of Bedlam”, la rítmica “Motörbastärds” o la mencionada “The hammer of witches”, ya prácticamente despidiendo el disco).
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