Cuarto disco para Nuclear Blast de los que antaño fueron la encarnación de Satanás sobre la tierra. Mucho más moderados desde entonces y ya completamente acomodados en el lado más convencional del underground, por muy underground que sea, en el 2011 han seguido por esos derroteros y publicaron un álbum más dentro de ese estilo pulido y “domesticado”.
Tampoco es de extrañar que, llegado su noveno disco completo, un grupo haya cambiado tanto, de hecho es casi inevitable y además no debería ser la clave para reconocer su valía o su falta de ella. En otro tiempo BELPHEGOR fueron el paradigma de la depravación y la herejía y su música era el perfecto correlato de esta actitud, y si hoy siguieran haciendo lo mismo serían acusados de repetirse. Pero aunque parezca que lo han evitado a base de evolucionar y reinventarse, en realidad no es así: depuraron su estilo y lo hicieron más accesible pero también lo volvieron más simplón, y al mismo tiempo han querido mantener sus signos de identidad anteriores.
El resultado es una obra tremendamente profesional, con una producción clara y moderna y una notable sabiduría en las composiciones (como se ve en la alternancia de temas rápidos y lentos, la estructura de estos, los distintos ambientes, los arreglos, la inclusión de arpegios limpios, etc.), es decir, lo mismo que se puede decir de sus últimos cuatro discos. Pero por el camino se han dejado gran parte de su espontaneidad, y todo aquí tiene un aire de efectismo y premeditación que cuesta quitarse de encima.
Hay buenos riffs, un par de temas destacados (en mi opinión “In blood - Devour this sanctity“ y “Discipline through punishment“) y algunas frases memorables, todo esto es innegable. Pero, como decía, el resto del álbum procede más de la sabiduría acumulada a lo largo de los años, del entrenamiento del oficio, que de su impulso como creadores. Les falta ímpetu, o credibilidad, o ambas cosas, por mucha calidad que hayan logrado y por muy elaborado que esté el producto final. Es lo malo de la fabricación en serie, la cual parece ser el estigma con que tienen que cargar los grupos que se integran en sellos “grandes”. El acabado de sus obras es intachable, pero hay patrones establecidos que seguir y al final el talento y el ingenio cuentan menos.
Si además el grupo de turno recurre descaradamente a guiños del pasado para intentar dar el pego, entonces la cosa es aún peor. Aquí tales trucos serían la temática de dominación sexual mezclada con lo religioso, los elementos melódicos que a veces les acercan casi al Death melódico, el uso de tres palabras en el título, los abusivos blasts o el recuperar las imágenes supuestamente turbadoras, incluida la evocación de la portada de “Bondage goat zombie” (al igual que la de “Walpurgis rites” recordaba a la de “Pestapokalypse VI” y se alineaba con su estilo frente al de estas otras dos, haciendo que la alternancia parezca cualquier cosa menos casual). En definitiva, bien hecho pero predecible y sobre todo poco excitante.
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