¿Es este el disco que deberían haber grabado SINISTER? Puede ser. ¿Es un pedazo de disco apabullante? Sin duda. Y respecto a lo primero confesaré que adoro todo cuanto hacen y han hecho las distintas encarnaciones del grupo, incluso las cosas que reconozco que son realmente flojas, qué le vamos a hacer, son una de mis debilidades, pero aun así debo decir que esto se los come crudos varias veces, al menos pensando en su última entrega de hace un año.
Nunca es fácil llevar la cuenta de quién está en qué grupo de los muchos que componen el entramado artístico alrededor de Aad (o Adrie) Kloosterwaard. En el caso de este tercer álbum de SUPREME PAIN sabemos que el batería Paul Beltman estuvo antes en SINISTER (al tiempo que ahora hay un ex-SUPREME PAIN a la batería en la nueva formación de SINISTER) y también estuvo en INFINITED HATE, y que el guitarrista Bastiaan Brussaard es el mismo que está actualmente en SINISTER (aunque en Metal Archives los identifiquen por error como dos personas distintas) y de paso también es un ex-INFINITED HATE. Y, por supuesto, el propio Kloosterwaard al frente de ambos grupos y también berreando en INFINITED HATE. En fin, todo un culebrón, y eso que me salto la parte de que la bajista es la actual pareja de Aad, con quien tiene un hijo. Pero si considero todo esto relevante no es por el culebrón en sí ni mucho menos por la prensa rosa, sino porque es un claro ejemplo de cuanto se mueve alrededor de A.K., quien convierte cada nueva vida de SINISTER en un “Yo y mis amigos” en la que cada vez compone los temas el nuevo guitarrista mercenario de turno.
Por eso mismo este álbum podría haber acabado perfectamente en las estanterías de la colección de SINISTER, con semejante formación como progenitores. Además, aunque no queda claro del todo quién compone los temas del disco, porque el libreto indica “All music arrangements by Supreme Pain, all lyrics by Erwin Harremann” (el otro guitarrista, sin vinculaciones en la genealogía de A.K.), dado que los dos anteriores los compusieron entre todos deducimos que este también, un motivo más para no saber dónde empiezan y dónde acaban las ramificaciones de esta especie de cooperativa del Death Metal holandés.
Y al grano: SUPREME PAIN no son SINISTER, por suerte para todos, y lo que aquí han parido es una apisonadora infernal, un monstruo aplastacabezas y una auténtica máquina de matar. Menudo asalto a base de guitarrazos feroces y ritmos implacables. Desde el principio con los aires marciales de la intro musical “Dawn of a new era” hasta el final de los tres cuartos de hora de agresión sónica, no hay momento de descanso. Brutalidad, velocidad, pesadez, riffs como cuchillas, una distorsión que desgarra al oyente, temas complejos pero a la vez directos… Death Metal furibundo y a la vez bien grabado, comprensible y nítido, con frases reconocibles y toda la fuerza de un ejército de demonios. ¿Quién da más?
Los ritmos pesados vuelven en “Treasonous disease” y van y vienen a lo largo de todo el álbum, con un poder como para masacrar imperios, alternándose con las partes ultraveloces hasta llegar a la devastadora “Towards Hell” final, uno de los dos temas en el disco que superan los seis minutos de duración. Y luego están las guitarras solistas, con un estilo -y un sonido- muy SLAYER de sus mejores días, sobre todo cuando optan por la línea “ruidosa” y caótica (el comienzo de “Trapped in heresy” parece una recreación del “Hell awaits” modernizada y más violenta), aunque también frasean de la forma más pulcra posible en “Spiritual sickness” o en la mencionada Intro y muestran toda una variada gama entre ambos extremos.
En definitiva, no sé qué les habrá pasado o qué se habrán metido para engendrar esta abominación y haber dado el salto descomunal que han dado desde sus dos anteriores trabajos, pero por dios, que lo sigan haciendo muchos años. Prepárate, SINISTER, quedas avisado.
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