Death Metal sin guitarras, ¿es eso posible? Pues sí, porque este dúo de Estonia lleva ya dos discos haciéndolo y no se puede negar que sea Death Metal, gutural, intenso, oscuro y salvaje Death Metal aunque sin el filo cortante de las guitarras. Quienes crean la tormenta sonora son la voz ultragrave, el bajo bulldozer y una batería insana y aporreante que no descansa. No hay sustituto para las guitarras desaparecidas, como pasaba en discos como el “Profanum Aeternum” de PROFANUM, y la música se consagra al aspecto más cavernoso del género, que es también el hilo conceptual de esta banda: la vida de los Neandertales y sus rituales antropófagos.
Quienes conozcan su primer disco, editado por Forensick Music, ya sabrán de qué va la historia y hasta qué punto esta propuesta levanta pasiones bien a favor o bien en contra. Por desgracia, su segunda entrega está lejos de repetir esa capacidad de controversia porque ha perdido buena parte de su brutalidad atávica y les ha quedado un tanto más… convencional, por no decir aburrida. Supongo que en parte será cuestión de gustos, pero, objetivamente hablando, haber elegido una producción mucho más nítida y un sonido menos distorsionado/saturado para el bajo les ha quitado gran parte de su capacidad para recrear el caos y el primitivismo más bárbaro, que era -y aquí entra la valoración personal- su mayor atractivo.
Es cierto que el anterior álbum había que oírlo unas cincuenta veces antes de empezar a retener algo -o incluso distinguirlo- y que en este abundan las frases claramente dibujadas y algunas hasta pegadizas. Pero por eso mismo suena como un disco “normal” al que le faltan las pistas de guitarra, mientras que antes el propio bullicio atronador era autosuficiente (y para quien le cogiera el punto se volvía pronto fascinante). Tanta claridad en las líneas del bajo hace inevitable imaginarlas junto al sonido destrozatímpanos del resto de cuerdas, algo así como si tras el principio del “Trust” de MEGADETH o del “The god that failed” de METALLICA, aunque sean ejemplos más mainstream, no entraran las guitarras.
Hechas estas objeciones, el disco tiene un nivel muy alto y los instrumentos brillan en sus respectivos papeles. Riffs intrincados y muy técnicos por parte del bajo se enlazan con gran habilidad a una batería que mezcla y cambia los ritmos con una soltura pasmosa. El bajo, además, ha ampliado su repertorio de efectos y también su tesitura, subiendo a los agudos muy a menudo e incluso doblándose a veces para hacer su propio acompañamiento, y la voz sigue tan monstruosa como antes. No se puede negar la versatilidad del grupo ni su técnica, o que su propuesta es hoy día una de las más innovadoras y arriesgadas dentro del Metal extremo. Quizá no esté pensada para todos los paladares, pero los amantes de lo heterodoxo y lo rebuscado harán bien en darle una oportunidad. Podrían hacer el descubrimiento del año.
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