Para empezar, no está
de más aclarar que “lecherous” significa algo así como lujurioso, lascivo, dado
a la concupiscencia, la promiscuidad, el exhibicionismo o cualquier otra
práctica que pueda resultar ofensiva o molesta. Así que el nombre, lejos de ser
lo que en nuestro idioma puede parecer, es una perfecta etiqueta propia del
género que practican: Death Metal. Brutal Death, Brutal Death a la americana,
Brutal Death técnico a la americana… alárguese la nomenclatura cuanto se quiera
y aun así se estará lejos de emular la complejidad de la música encerrada en
este difícil disco.
El carácter técnico no
es el de OBSCURA o CYNIC, más tendente al virtuosismo instrumental o a la
amplificación de las estructuras compositivas, sino que sus referencias
provienen de bandas como HATE ETERNAL, primeros NILE o discos como el “Whisper
supremacy” de CRYPTOPSY, es decir, brutalidad combinada con precisión y
retorcimiento. Lo difícil instrumentalmente, más que la mera habilidad digital,
está en la ejecución común por parte de los músicos, ya que las piezas están cargadas
de irregularidades, ritmos difíciles de seguir, detalles milimétricos y
filigranas varias, todo encajado minuciosamente y logrando sonar como un todo
orgánico y vivo. Nada de técnica fría al servicio de la exhibición, sino al
revés: Death despiadado que se permite hacer lo que quiere gracias a la
solvencia técnica.
Ya avancé que el disco
es difícil, y ciertamente lo es. No es un disco “atractivo”, no es pegadizo, no
es accesible y no ayuda al oyente a entrar en él. Te tiene que gustar esta veta
del extremismo musical para que quieras desentrañarlo, pero en tal caso ofrece
placeres inigualables y un filón de sorpresas por descubrir. Especialmente la
batería, que verdaderamente es el pegamento de todo el entramado, quien enlaza
cada frase, rellena cada hueco y ata cada brizna. Sobre ella, o enredadas en
ella, las guitarras crean riffs igualmente complejos pero supeditados siempre a
su tiranía rítmica. La sensación de asfixia musical del conjunto, por momentos
casi dolorosa, es todo un ejercicio de lujuria sonora llevada al límite, algo
así como un hipotético híbrido resultado de cruzar a SUFFOCATION con THE
DILLINGER ESCAPE PLAN.
Frente al citado
“Whisper supremacy” (éste es el disco que más me viene a la cabeza, o el “Black
seeds of vengeance” de NILE), “Behold almighty doctrine” ofrece algunos
momentos de desahogo y ‘normalidad’, aunque escasos, como el principio de
“Creation continuum” o el más breve de “Archeopteryx”, y pasajes lentos en ésta
misma o aún más cortos en “Lesions of vicious plague” o “Caustic vertigo”, pero
la ultravelocidad es el tempo básico. Por otra parte, el hecho de que las
guitarras recurren a menudo a construir los riffs apoyándose en el registro
agudo es una ayuda extra para entender los temas y poder seguirlos bien. Se
descubrirá así que cada uno tiene su propia identidad y estructura y que están
hechos con cabeza, pese a la aparente confusión o la falsa imagen de desorden.
La voz probablemente no
sea del agrado de todo el mundo, porque no es la habitual en el género y se
parece más a la de -nuevamente- el Mike Di Salvo de “Whisper supremacy”, es
decir, gruñidos rasposos casi hardcorianos más que guturales profundos, pero al
menos no se le puede reprochar falta de intensidad ni de entrega. El disco
tiene unas discretas intro y outro de menos de un minuto cada una y un
interludio (aunque lo titulen “preludio”) pianístico justo en medio de los ocho
temas, todo perfectamente situado para enmarcar y distribuir la avalancha
sónica, cuya duración resulta adecuada a la dificultad de su propuesta y a las
innumerables escuchas que permite (y que de hecho necesita). En resumen, este
tercer disco de LECHEROUS NOCTURNE es todo un ejemplo de “precisión psicótica”,
como decían CANNIBAL CORPSE, o de “vértigo cáustico”, como dice uno de sus
propios temas, ideal para fans de los grupos mencionados o de sus correlatos
europeos en nombres como EMETH, GUTTED o DEATH DU JOUR.
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