Algunas cosas no cambian para estos mega-cafres-ultra-técnicos llamados DEFEATED SANITY: tres años y disco nuevo, con germana regularidad, y también disco nuevo y cantante nuevo. Además repiten con Willowtip, sello discográfico cuyo criterio editorial dice mucho sobre la orientación del grupo. Pero he aquí que lo que sí ha cambiado es justo esto, el estilo, el planteamiento compositivo por parte de unos tipos que a lo largo de tres entregas llegaron a convertirse en unos maestros de la densidad más impenetrable, técnica, brutal y gutural.
Quizá conscientes de que en esa vía ascendente ya habían alcanzado el clímax absoluto, añaden ahora pasajes accesibles, fragmentos pegadizos, ritmos y frases más sosegados y en general un cierto aligeramiento de sus fórmulas tradicionales, pese a seguir avasallándonos con un disco monstruosamente salvaje y de no fácil asimilación. Que no se asuste nadie por los calificativos anteriores, DEFEATED SANITY no han dejado de ser ellos mismos ni han abrazado de pronto otro género que no sea el más enfermizo, enrevesado y devastador Brutal Death Metal.
La grandeza de este disco consiste, como apuntaba, en que “añaden” todo eso pero no quitan nada de lo que convirtió a “Psalms of the moribund” y “Chapters of repugnance” en motivo de delirio para muchos fans (nótese, por cierto, el paralelismo entre todos los títulos, así como con su debut “Prelude to the tragedy”, otro aspecto que no ha cambiado). El texto promocional de la discográfica dice: “The album has a more old-school vibe to it, with a lot of early ‘90s inspired riffs and slams”. Quizá “Old-School” sea mucho decir, pero es cierto que suena clásico y que recoge influencias de varias décadas, especialmente de los ’90.
Antes de eso señala: “Without compromising the brutality of their sound, the band has stepped it up in terms of the overall production.” Y no les falta razón, porque el disco es brutal durante cada segundo de los treinta y siete minutos largos que dura, pero la producción ha conseguido que nada quede enterrado bajo la avalancha de notas, riffs, blasts y gruñidos, gracias al fenomenal equilibrio entre los instrumentos y sobre todo a un sonido crujiente y doloroso pero a la vez claro, cortante, hasta el punto de que puede que hayan logrado por fin la producción idónea para su música.
Y la nota termina diciendo: “DEFEATED SANITY made it a point to not get away from the technical and progressive stylings they are known for”. Y tanto que no se alejan, el despliegue de virtuosismo instrumental está garantizado no sólo por parte de las guitarras, habituales monopolizadoras de estas exhibiciones circenses, sino por el conjunto entero a cargo de la ejecución, bajo, batería y voz incluidos, como luego explicaré. Pero también aquí contraponen los nuevos aires que soplan en forma de break-downs, riffs sencillos, breves motivos en palm-mute y otra serie de ingenios que contrastan con la artillería pesada y que por eso mismo la hacen brillar aún más.
Y metiéndonos ya en harina… urge decir que en este disco han grabado lo que posiblemente sea uno de los mejores temas en la historia del Brutal Death: “The purging”, gorrino, despiadado, violentísimo, técnico y a la vez memorable, qué coño se le puede pedir que no tenga. A través de cambios continuos de ritmo, partes ultrasónicas entre otras pesadas, voces diferentes y a veces superpuestas, guitarras que no descansan, un bajo galopante y una batería inalcanzable, logra crear una bestialidad de tema que es a la vez un compendio de todas las excelencias del género.
Y los demás recrean en mayor o menor medida estos mismos atributos, desde la falsa introducción “Initiation” hasta el broche de oro con “Martyrium”, donde la batería tiene ocasión de protagonizar su momento de lucimiento en lo que casi puede considerarse un solo. El bajo ha volado y hecho piruetas a lo largo de todo el álbum, con momentos estelares en temas como “Lusting for transcendence”. Unos insólitos pasajes de guitarra solista surgen en “Voices of deformity” y en “Perspectives”, donde de nuevo encontramos pegadizas partes Slam. Frente a ésta, “Frenzy”, como indica su nombre, es un tema corto, desquiciado y directo, y aun así le da tiempo a atravesar distintas atmósferas. “Verblendung”, otra maravilla, inspirada y a la vez destructora, “Naraka”, otro tanto…
Y no quiero pasar por alto el sonido de lata que, sólo cuando realmente hace falta, le han sacado a la caja, con ese timbre agudo y seco tan irritante y al mismo tiempo tan adictivo. Ni, menos aún, la formidable aportación vocal de Konstantin Lühring, su diversidad de registros, su bestialismo en la ejecución, superior incluso a lo que hizo durante más de una década en los extintos DESPONDENCY. Creo que en él han encontrado, sin desmerecer a sus predecesores, al berreador que no deberían cambiar en su próximo disco (para el… ¿2016?). No hace falta insistir: pídasele algo a un disco de Brutal Death y estará sin duda en este portentoso “Passages into deformity”.
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