“Malignancy, malignancy, malignancy, malignan… cyyyyyyy!!” No, el grupo no, me estoy refiriendo a la frase final del tema que daba título al álbum “Recounts of disembodiment” del 2002, con el que un servidor descubrió a estos malteses. La última parte del tema era pegadiza hasta decir basta, y esa frase en concreto más aún. Por aquel entonces BEHEADED eran devotos seguidores de DISGORGE, y si uno no conocía su nacionalidad fácilmente los tomaría por americanos. Algo después remonté su discografía hasta llegar al debut “Perpetual mockery” del ’98, un disco de oscuro Death Metal tradicional, denso, sugerente y dinámico, nada que ver con lo que empezaron a hacer pasado el cambio de milenio. Y ahora, a finales del 2012, regresan con un nuevo giro estilístico que abre, por tanto, la tercera fase de su carrera. Tantos cambios, y sobre todo tan drásticos, hacen perder credibilidad a una banda, especialmente si no son resultado de la incorporación de nuevos compositores, y uno al final no sabe si pensar que son creadores inquietos, víctimas de las modas o que simplemente no encuentran su lugar.
Lo que ofrece “Never to dawn” se aleja de los presupuestos de la escuela SUFFOCATION y secunda el giro experimentado por grupos americanos como SEVERED SAVIOR o INCINERATE hacia terrenos más modernos y técnicos, un cambio que alcanza todos los confines geográficos del universo extremo y que llega hasta la Rusia de bandas como CEPHALIC IMPURITY, de modo que ahora mismo BEHEADED ya no adoran a DISGORGE, sino que prefieren situarse junto a bandas como INHERIT DISEASE (compañeros de sello) o, sin salir del Mediterráneo, sus compatriotas ABYSMAL TORMENT y diversos vecinos como los turcos CARNOPHAGE (también compañeros de sello) o los griegos SICKENING HORROR. Pero junto a este extenso menú de modernidad, lo que prevalece es la influencia del Death canadiense de bandas como NEURAXIS, con toques de GORGUTS, MARTYR, AUGURY, ATHERETIC, DESCEND INTO NOTHINGNESS, etc. Lo dicho, que si antaño miraban a los USA como único referente, ahora han subido el punto de mira unos grados, pero siguen sin encontrarse a sí mismos.
Siete años de espera son muchos, de hecho son tantos como los transcurridos a lo largo de todas sus anteriores entregas discográficas. Y, como no podía ser menos, de nuevo cambian de cantante, uno por cada “full-length” y ya van cuatro. Este Frank Calleja hace un papel muy loable, con una notable versatilidad entre el registro áspero, el gutural, el chillón e incluso ciertas inflexiones casi Deathcore a lo DESPISED ICON. Los solos de guitarra también salen bien parados, aun sin ser precisamente gloriosos, pero es la batería quien se lleva la palma en el apartado instrumental. La producción fantástica, potente, agresiva, clara y equilibrada. Y respecto a los temas, yo encuentro una sensación general de precipitación y cierto aturullamiento, temas congestionados de cambios y en los que, aun habiendo algunas buenas ocurrencias, casi nada se queda en la mente tras innumerables escuchas. “Dead silence” es distinta, más directa, más convencionalmente Death Metal rápido a base de riffs sencillos y ritmos regulares, y también más corta. “Towards an abducted sun”, pese a durar tres minutos, es prácticamente un interludio por su carácter, un tema casi instrumental, compacto y muy esquemático. Y luego está el tema-título, con sus ecos de KATAKLYSM, probablemente lo más memorable del álbum. El resto, correcto pero impersonal y recargado.
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