"We are the antidote to the radicalized". Como si fuera una premonición, ya avisan en ese pedazo de tema arrollador que es "Totalitarian terror" sobre los muchos idiotas que pueblan el planeta, algunos peligrosos y otros simplemente compadecibles. Como los totalitarios que juzgan un disco por su estilo musical y no por su calidad. Dogmáticos que siguen anclados en su vida de hace treinta años y que se creen con derecho a decirle a los artistas lo que deben o no deben hacer o cuál debe ser su identidad en función de lo que dicten sus santos cojonazos. Penoso. Me pregunto qué pensarán esos seres dogmáticos en sus dogmáticas cabecitas acerca de un grupo como Carcass, que en cinco discos pasó por cuatro géneros distintos, de paso inventándolos todos ellos (con la inestimable ayuda de Entombed para el Death'n'Roll). O qué pensarán de los cineastas, los pintores, los escritores, de los artistas en general, porque todos ellos exploran, cambian, buscan, innovan. Hay que ser muy estrecho de mente, muy cerril de mentalidad, muy pobre de espíritu, para esperar que Kreator sigan haciendo otro "Endless pain" treinta y pico años después. Pero allá cada cual. Tontos ha habido y habrá siempre.
El caso es que Petrozza hace lo que le da la gana, faltaría más. Ha hecho mucho de todo en estos catorce discos, ha tenido aciertos, idas de olla, momentos históricos, pero siempre ha buscado su camino, para bien o para mal. A los sordos que se escandalizan por su gusto por la melodía habría que remitirles ya al "Extreme aggression", en particular a temas como "Fatal energy" en los que dan salida al gusto por las guitarras dobladas al estilo NWOBHM. Kreator no han cambiado de la noche a la mañana, por supuesto. Como todos los creadores con inquietud, han cambiado desde el minuto primero de su existencia, empezaron a cambiar en el EP de "Flag of hate" y nunca han dejado de hacerlo, porque eso es lo normal en el arte y también en la vida. Desde entonces y poco a poco, todo lo que tenían dentro en forma germinal ha ido saliendo y tomando cuerpo, condicionado, cómo no, por las circunstancias de cada década, los cambios en los gustos, los desvaríos de la industria y otra serie de factores que su suman a la actividad creativa como tal, hasta llegar a este "Gods of violence" en el que han alcanzado una madurez envidiable, en virtud de la cual amalgaman todos los rasgos que han aparecido a lo largo de una larguísima carrera. Thrash Metal salvaje junto a melodías evocadoras, guitarras curradísimas -sobre todo las solistas, que en este disco no descansan-, estribillos efectivos, riffs elaborados, letras críticas con el asco de mundo en el que vivimos, la voz rasposa del bueno de Petrozza, el duro percutir del fiel escudero Ventor... Velocidad, contundencia y melodía. Mucha variedad, y en general encajada con bastante tino, aunque no siempre.
Esta formación ha sido la misma, si no me equivoco, desde hace dieciséis años, y veintidós hace desde que el puesto de bajista dejase de bailar. Pocos grupos pueden presumir de tal estabilidad, y el resultado se nota en esa madurez que he mencionado, en la cohesión del conjunto, en la interacción entre los músicos, en la confianza para no renunciar a ninguna línea creativa a pesar del malmeter de tontos y sordos. Un disco complejo, acaso un poco sobrecargado de partes y cambios de tempo, pero ambicioso, creativo y pegadizo. Y con muchos momentazos de caña furiosa. Han tenido la habilidad de adelantar como temas promocionales el que da título al disco, el correcto "Satan is real" y el aplastante "Totalitarian terror", pero dejaron para abrir el disco, tras la intro de rigor, un aún mejor y más furioso "World war now" con el que se garantizaban sorprendernos a todos al comenzar la escucha. Que sí, que tiene unas flautas en medio, otro tema tiene un pianito y otro un recitado en alemán, uy qué tragedia. Venga, chicos, superadlo, Mille no tiene dieciocho años y tiene más intereses que volver a regrabar una y otra vez "Tormentor". Por suerte.
"World war now" es un misil, un tema veloz con riffs sencillos que funcionan bien, mucha agresividad, un estribillo colérico y una parte central en la que desarrollan varias ideas instrumentales alrededor de un solo que augura el gran nivel que van a tener los leads en todo el álbum. "Satan is real" es pegadizo, como le gusta desde hace años a Petrozza, pero hay que agradecer que en este disco haya dejado de abusar de los estribillos en los que repite sin más el título del tema una y otra vez; otro gran solo, aires épicos en los pasajes más melódicos y unos arreglos solistas discretos pero cuidados rematan el tema. En la primera mitad del disco se aprecia un sentido mayor de la cohesión en la forma que, por desgracia, se pierde paulatinamente cuando intentan meter demasiadas cosas y demasiado distintas en cada tema. Pero estos primeros son tremendamente compactos, a pesar de incluir todos diferentes elementos en las secciones centrales. "Totalitarian terror" sigue este planteamiento y se asemeja mucho a "World war now": energía y velocidad, un grito inicial que rememora el que abría el "Angel of death" hace treinta años para recordarnos que esto es Thrash Metal pero hecho en el año 2017, riffs elaborados, melodía en el pre-estribillo, guitarras dobladas y un muy intenso solo dan forma a una de las joyas de "Gods of violence".
El tema-título mantiene alto el listón a base de los mismos elementos ya descritos, y de paso retoma esos coros tan "sing-along" marca de la casa y que les han hecho habituales en todo festival donde se aspire a una gran comunión de metalheads voceando al unísono estribillos facilones. "Army of hordes" parte con un riff que recuerda vagamente al de "Coma of souls"... vale, se lo perdonamos, porque luego lo abandona y construye un tema con valores propios. De nuevo hay velocidad en la estrofa, aires épicos en el pre-estribillo y un cambio de tempo al llegar al estribillo para corear a pleno pulmón el grito de guerra de turno; las guitarras dobladas vuelven a surcar los aires más meditativos de la sección central antes de retomar los ladridos rabiosos del estribillo. "Hail to the hordes" tiene un ritmo pesado similar al del "Servant in Heaven" de principio del siglo, otro tema contundente y bien trabado. Pero en "Lion with eagle wings" ya comienza a ser evidente que abusan de la fórmula estrofa rápida + cambio de ritmo + estribillo melódico, pese a ser un buen tema con ideas pegadizas; a estas alturas de disco se han ido acumulando demasiados materiales secundarios, demasiadas intros irrelevantes, demasiados fragmentos de unión, tantos que la saturación amenaza ya a la efectividad.
Esta resurge con fuerza en "Fallen brother", otro tema compacto y muy sólido, sin rellenos ni zarandajas, que contrarresta así los excesos anteriores, igual que ha hecho "Hail to the hordes" o igual que hacía "As the world burns" en medio del "Terrible certainty" hace tres décadas. Los dos últimos temas vuelven a pecar de sobrecarga y de formulismo, se agradece la velocidad y la rabia, pero cuando llega el primer cambio de ritmo en "Side by side" ya sabemos hacia dónde va esta nave. Los solos en esta ocasión son menos interesantes y el enésimo parón ya cansa. No sé si "Side by side" es el tema más flojo, pero estar situado donde está no le beneficia. Cierra el disco otro hipertrofiado "Death becomes my life", tema reflexivo y melódico muy del gusto de los alemanes, pero al que también le sobran partes o la falta haber aparecido en un momento del álbum en el que nuestra atención no estuviera tan atiborrada de elementos inconexos. La inmediatez y el gusto por la elaboración no están, en general, bien proporcionados a lo largo de este "Gods of violence" al que le sobran minutos y secciones, pero tomado en pequeñas píldoras es un álbum repleto de grandes momentos y buenas ideas y que mantiene a Kreator en lo más alto del Thrash actual.
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