Impresionante giro en la carrera de SYPHILIC, o, lo que es lo mismo, Brian Forgue, ya que se trata de un proyecto individual que el susodicho concibe, compone y ejecuta en solitario (aunque recibe diversas ayudas que luego indicaré). Con esta forma de trabajo ha publicado ya tres discos completos y un EP, pero este tercero marca un cambio muy claro y una superación tremenda de todo lo hecho antes. Sus entregas previas eran brutales pero ramplonas, y tan convencionales que costaba diferenciarlas entre sí y frente al panorama general, aparte de que las grabaciones eran mecánicas y frías (un problema habitual en este tipo de formaciones). Pero ahora... ¿de dónde le ha venido dar este giro drástico, y de dónde ha sacado las ideas para superarse tanto a sí mismo? Misterios. Pero hasta la propia portada ya anuncia esta revolución, alejándose de las anteriores imágenes de sadismo misógino, de nuevo tan previsibles.
No diré que "ha madurado" ni esas sandeces, porque eso suena a que se haya vuelto menos extremo, cuando es todo lo contrario. Este disco asusta. Y en todos los sentidos. Puede que la portada no sea tan explícita ni truculenta o que haya dejado atrás las depravaciones sexuales, pero el planteamiento lírico del disco no se anda por las ramas: un álbum conceptual sobre Carl Panzram, asesino en serie de principios del siglo XX al que algunas crónicas de la época denominaron "The world's worst murderer". Doce temas sin título. Y todos enlazados entre sí. Libreto desplegable de 36x36, es decir, 9 cuerpos del tamaño de la carátula del libreto por cada lado, y de ellos 16 ocupados totalmente por las letras junto a fotos reales del tal Panzram (imposible seguir las letras mientras suena la música, y ni siquiera sé si en realidad serán las letras)... La impresión del conjunto es la de una fijación macabra, una especie de perturbación tal que uno no sabe si intimida más el personaje descrito o el autor de la obsesiva descripción.
Y la música es igual de enferma y desquiciada: Brutal Death Metal pero del que no se suele oír, alejado de la linealidad frecuente del género y de la monotonía rítmica habitual. Lo que hay aquí es un frenesí salvaje de riffs y blasts y guturalidad infrahumana, pero con unos ritmos tan inasibles que cuesta muchas escuchas empezar a retener algo. ¿Y esto es una ventaja? Sí, porque mientras tanto el disco es una gozada y su atractivo es inmediato desde el primer segundo. Además está surcado por momentos insólitos como el tema 1, de una rara épica creciente, el tema 6 donde se repite el uso del piano y aparece una buena cantidad de solos de guitarra y de frases melódicas (sin duda, uno de los temas más atractivos), el número 4 con amenazantes arpegios, el 9 con más frases melódicas en el registro agudo (una constante a lo largo de todo el disco), brutalidad sin paliativos en todos los temas, voces en off que van narrando atrocidades a modo de retazos sueltos... y un tema 12 que recoge la frase del bajo que abría el disco para culminarlo con un nueva alusión a la necrofilia entre risas de la audiencia.
La única pega es que la producción es aún algo aséptica, demasiado digital, incluso siendo muy superior a sus anteriores trabajos. La batería no está mal para ser programada, pero no deja de notarse que es lo que es y se echa de menos el relieve propio de un batería humano (siempre que no abuse de los triggers) y los matices que puede aportar. Al mismo tiempo, el carácter casi impenetrable de este pedazo de monolito musical hecho disco puede echar para atrás a algunos oyentes, y lo que le da su identidad más obsesiva puede a la vez hacer que resulte poco accesible. En todo caso, este último punto ya es cuestión de gustos personales.
Y de propina la prometida lista de colaboraciones: Forgue se ha encargado de todo pero como bajista de estudio ha contado con Brian Baxter, y como vocalistas invitados con Nick VanderHeuvel de GUTTED OUT, Alex de THE VIRALLY ENTHRONED, Shaun y Shane Stiles de INTESTINAL ALIEN REFLUX, Jeremy Sawnson de SAPROGENIC y James Lee de FACE OF OBLIVION. Los solos de guitarra han sido interpretados por "Metal" Matt Martin (WULFHOOK) y el piano corrió a cargo de Mary Pitcher, la portada es obra de Tony Cosgrove y hasta la tipografía del título tiene autor, en este caso Carlo Facci. Qué mejor forma de acabar que transcribiendo la lista de agradecimientos al final de la página de créditos: "I hate the whole damned human race, including myself".
No hay comentarios:
Publicar un comentario