De nuevo
viajamos hasta 1990, para encontrarnos con la que tal vez sea la primera banda
checa (por aquel entonces checoeslovaca) de Death Metal, o de Thrash/Death. Una
banda, además, con un estilo peculiar y muy personal, incluso un poco
"rara" en el mejor sentido, que difícilmente recordará a nadie en
concreto y que en este debut logró crear su propio paradigma musical. En
momentos aislados se pueden apreciar ecos de otros grupos, pero tan variopintos
que irían desde KREATOR y CORONER (probablemente su mayor influencia y con
quienes comparten motivo icónico para esta portada) a VOÏVOD pasando por
POSSESSED o CELTIC FROST. En fin, un mejunje bastante insólito y una más de
tantas piezas valiosas que se fueron quedando enterradas en el olvido con el
paso de las décadas. En su caso influyen también la procedencia geográfica y el
hecho de no haber estado en un sello grande, así que doble razón para darle al
único disco que editaron en su día algo de la difusión pública que se merece.
El género
que practican se mueve en la frontera entre el Thrash técnico y un Death Metal
primerizo. Ni en uno ni en otro apartado presentan riffs típicos, previsibles o
que suenen familiares, sino que tienen siempre su propio enfoque, como hacían
la inmensa mayoría de grupos por aquel entonces. Partiendo de una clara
inclinación por lo técnico, sus temas presentan riffs precisos e inquietos por
igual a cargo de un concienzudo Jarda Pracna a la guitarra, que incluso se
intensifican hacia el final (en "Volaní bitvy" y "Svedomi"),
intrincados ritmos de batería llenos de pequeños detalles, un bajista a la
misma altura que sus compañeros, extraños desarrollos melódicos, ocasionales
disonancias y en todo momento un impecable trabajo al conjuntar los tres
instrumentistas sus respectivas partes.
En general
no es un disco fácil, no entra a la primera y no tiene el atractivo de la
música más apegada a lo convencional, pero por eso mismo su disfrute supone un
reto estimulante, tanto para el oído como para la mente, al que hay que añadir
el punto de exotismo que tiene oír las letras en checo, y tiene la ventaja de
que cuando le coges gusto y se te mete en la cabeza ya no sale de ahí. La
producción es de lo más modesta que se pueda imaginar, sin remezclas y con un
sonido casi maquetero o propio de un local de ensayo, pero muy diferenciado al
separar instrumentos, con lo cual todo se oye a la perfección, y por otra parte
la falta de medios supone el encanto de lo sencillo, de lo auténtico y real, y
le da a la ejecución una cercanía que compensa la falta de inmediatez de las
composiciones.
Los
primeros temas pecan quizá de ser algo parecidos, particularmente en la estrofa
(al menos los temas 1 y 3, "Setkání" y "Nárky
Zapomenutých"), pero rápidamente superan este pequeño escollo y a partir
de ahí cada uno crea su propio microuniverso y tiene identidad propia. En la
instrumental "Apokalypsa" despliegan todas sus cualidades y hacen
gala de sus mejores rasgos de estilo (no ocurrirá así al cerrar el disco con la
también instrumental "Destrukce", bastante elemental y poco acorde
con el resto del álbum), y en el tema-título incluso ganan pegada gracias a un
estribillo simple pero efectista. Al año de la edición original apareció la
versión en CD, con portada ligeramente distinta y dos temas más que van intercalados
entre el 6 y el 7 originales, de manera que el 7 pasa a ser ahora el 9 y así
sucesivamente. El añadido es todo un acierto, porque se trata de dos de los
mejores temas, en especial "Prijmi svuj osud", el más largo del
disco, con su ritmo de depredador al acecho, sus llamativas dobles cuerdas
disonantes en el bajo y su curioso desarrollo intermedio.
El grupo se
separó al poco de editar este trabajo, se reunieron en el 2005 y al parecer
sacaron un nuevo disco en el 2012 con una formación distinta, el cual no he
tenido ocasión de escuchar. Aun concediéndoles el beneficio de la duda, es su
solitario "Invaze" de 1990 (mismo título que usarían unos años
después para un disco sus compatriotas MANIAC BUTCHER) lo que les hace destacar
en el panorama internacional de aquel momento, al menos mirando hacia atrás
desde el presente, y lo que les hace acreedores de un puesto de honor que
merece la pena reivindicar.
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