lunes, enero 20, 2014

OPHIDIUS- The throat of the world (EP, 2013)


OPHIDIUS son una banda de New Jersey formada en el 2012, aunque llevan tocando juntos desde hace tiempo, entre el 2005 y el 2008 como TOTAL RUINATION y del 2008 al 2012 como HADEAN REIGN, o al menos todos excepto el segundo guitarra. En cada grupo anterior habían tenido un cantante distinto, pero en ese año lo que hicieron fue seguir juntos el batería, bajo y guitarra y añadir a la segunda guitarra a Peter Brown de DYSTROPHY, también de New Jersey, y pasar a ser un grupo instrumental. De Death Metal instrumental, pues el estilo también cambió del Thrash Metal original a un Death Técnico de primer orden, y, como digo, sin cantante ni letras.

Hace poco más de un mes colgaron en su Bandcamp como descarga gratuita este fabuloso EP de debut con cuatro temas a lo largo de veintitrés minutos de música cañera, técnica, variada y muy inspirada. Pocas veces se oye Death técnico con semejante sentido de la cohesión, que se vuelve mucho más meritorio al tener que prescindir de líneas vocales. Si ya es difícil que en el Tech-Death veamos temas sólidos en lugar de una petulante ristra de exhibiciones instrumentales, más difícil aún es hacerlo sin la ayuda estructural de las estrofas o los estribillos. Pues estos tipos lo logran. Desconozco el trabajo desarrollado en su trayectoria anterior, pero aquí se presentan como un grupo perfectamente maduro, consolidado y pulido.

No renuncian a dar a su estilo la grandeza de miras propia de los grupos progresivos, pero no hacen Death progresivo como tal, sólo instrumental, en el cual incluyen por igual momentos melódicos, blastbeats, filigranas por parte del bajo, solos fulgurantes o guitarras dobladas. Son cuatro instrumentos trabajando a la vez en pos de una música que respira y se mueve como un organismo vivo. Aunque el nivel técnico es sobrado por parte de todos, está claro que su afán es crear música, temas coherentes, por complicados que sean. Según ellos mismos explican, el EP está inspirado por el videojuego de rol The Elders Scrolls, concretamente por “The Elder Scrolls V: Skryim”, del 2011. Pues nada, que sigan inspirándose en lo que les dé la gana, pero que sigan publicando álbumes tan fascinantes como este o más, que seguro que pueden.

sábado, enero 18, 2014

LAY DOWN ROTTEN- Deathspell catharsis (2014)


Para haber perdido a lo largo de los años a sus dos guitarristas originales, LAY DOWN ROTTEN se las han apañado bien para conservar un estilo más o menos reconocible. Este es ya el segundo disco tras la marcha de los dos “Danieles” (curiosamente el último fichaje a las seis cuerdas también se llama Daniel), de modo que hoy día sólo queda el batería como miembro original, aunque el bajista casi podría ser considerado como tal, porque lleva en el grupo desde su segunda Demo, del 2001. El caso es que sólo la sección rítmica perdura, y esa, se mire como se mire, no suele ser la parte que corta el bacalao en un grupo de Death Metal, o de Metal extremo en general, y al final se nota en el estilo actual de LAY DOWN ROTTEN, pese a su continuidad y su constancia a la hora de publicar discos.

Sus tres primeros trabajos salieron con Remission Records, luego editaron tres más con Metal Blade y este “Deathspell catharsis” es el primero para Apostasy Records, sello de recientísima creación, propiedad de Tomasz Wisniewski, cantante de DAWN OF DISEASE, y prácticamente consagrado a grupos alemanes. En el pasado LAY DOWN ROTTEN se habían caracterizado por un Death Metal sin dogmas de escuela, amplio, generalista, con estructuras clásicas y muchas partes pegadizas, incluso en los estribillos. Ahora van un paso más allá y se entregan a un estilo aún más accesible, “comercial” le llamarán algunos, en muchos momentos Death melódico, con guitarras dobladas, armonías épicas y estribillos diseñados con evidente intención de provocar una respuesta inmediata en el oyente.

Sobre la orientación estilística de un disco creo que no hay que valorar nada, ni para bien ni para mal, es la que le da la gana al grupo y si a alguien no le gusta, que no compre el disco, que deje de ir a sus conciertos y que revenda sus posters y camisetas, así funciona el mercado, y al final la libertad creativa de los artistas siempre queda expuesta a la libertad de los fans para respaldarlos o no. Yo constato el cambio y allá cada cual, cambio que en este caso ni siquiera es drástico, sino sólo una intensificación de parcelas que ya existían en su sonido. La producción del álbum es fantástica, y los arreglos también, con muchos detalles, rellenos, voces superpuestas, frases solistas, solos llameantes y expresivos, y en general un reparto sobresaliente del trabajo guitarrístico, como en el tema “Schaedelberg”, por citar uno.

Por la parte compositiva los méritos son muy inferiores: para empezar, abusan del truco de bajar a un tempo lento cuando entra el estribillo, cambio que repiten en todos los temas salvo el último, donde hacen el cambio inverso. Lo hacen con tanto descaro que los temas 1 y 2 (” Cassandras haunting” y “Deathspell catharsis”) tienen el estribillo exactamente a la misma velocidad y hasta melódicamente son parecidos, y no hay que ser especialmente observador ni suspicaz para notarlo, porque es muy cantoso tratándose de dos temas que van seguidos. Paso algo parecido con los temas 7 y 8 respecto a la velocidad de la estrofa, e incluso el 9, aunque en realidad es así en todo el disco, y si destaco estos ejemplos es sólo porque cometen la imprudencia añadida de colocarlos seguidos. El mencionado 9 (“Blood on wooden crosses”) al menos tiene una estructura propia, es el más variado en cuanto a velocidades, el paso de unas a otras no coincide necesariamente con la llegada y el final del estribillo y no está construido maniqueamente alrededor de las dos que imperan en el resto de composiciones.

“Zombiefied electrified” también presenta mayor variedad rítmica que la mayoría de temas, aunque se vuelve aburrido cuando se adentra en la parte más pesada. Y en general tampoco es que haya temas deslumbrantes, riffs antológicos, estribillos apoteósicos… más bien lo contrario, todo es muy normalito y suena bien sólo gracias a la producción y los arreglos, pero al cabo de varias escuchas palidece y pierde fuerza. Los estribillos en particular, que son una baza importante en este tipo de Death Metal “digerible” y orientado a públicos amplios, carecen de verdadera fuerza y sobre todo de la capacidad de resistir el paso del tiempo. Los de “The fever” o “Zombiefied electrified”, con su simpleza a lo KREATOR, son buenos ejemplos. Les podrá funcionar para los directos de la próxima gira porque es fácil de cabecear, de recordar y de corear, pero eso no hace un gran tema, es música de corto recorrido, de consumo rápido, material perecedero. Y de los demás, sólo los de los dos primeros temas son más o menos resultones, y con toda intención están convenientemente puestos el principio, como pasa siempre en este tipo de discos.

viernes, enero 17, 2014

TENSION PROPHECY- World of phobia (2013)

Segundo disco de este interesante grupo iraní que ha dado un notable giro a su estilo y ha dejado atrás el Death convencional de su debut del 2010. Y no porque hayan incorporado elementos de su tradición o su folclore musical, pese a que la intro del álbum parece anunciarlo, sino porque han abierto su sonido a influencias más modernas y han ampliado el catálogo de recursos compositivos. No queda claro si es una mirada hacia dentro, en busca de un legítimo y necesario estilo propio, o si es una huida hacia el exterior y hacia referencias con solera, pero lo cierto es que el resultado, aun siendo variado y atractivo, tiene ciertas estridencias que despistan, y es que tan pronto parecen IMMOLATION como NEURAXIS o GOJIRA. Eso sí, entretenido e imprevisible no se puede negar que lo es, y, si se piensa bien, tiene su mérito encontrar y exponer el vínculo entre esas bandas, que ciertamente existe, sobre todo desde el punto de vista rítmico.

También aparecen numerosos pasajes técnicos donde las guitarras solistas se exhiben impúdicamente al estilo de los renovados SEVERED SAVIOR o DECREPIT BIRTH, es decir, a base de arpegios, frases agudas, pequeños leads, solos en toda regla, siempre con una fuerte dosis de virtuosismo instrumental. Junto a estos devaneos, en general un tanto bruscos, hay otras varias “interrupciones”, fundamentalmente parones repentinos y cambios de ritmo, e incluso algún momento jazzístico u orquestal, aunque aislados ambos. La batería suena artificial, demasiado robótica, y en cuanto a ejecución tampoco puede decirse que haga nada especial o siquiera que esté a la altura de los demás instrumentos. Y la voz, por su parte, se convierte en la encargada de mantener el espíritu del Death Metal esencial y de no dejar que la identidad sonora se pierda del todo: es la voz tenebrosa clásica, sin guturales infrahumanos, sólo alternada con ocasionales gruñidos más ásperos, y mientras que en otros discos una inflexión tan poco variada peca de monótona, aquí cumple la función de equilibrar el eclecticismo de la música y de dotar al conjunto de cierta unidad.

La producción es superior a la del debut “Riot of sacrificers”, salvo por el mencionado sonido de batería, en general es más rica, más potente y todo tiene más cuerpo y más presencia. Aquel debut, por cierto, vio la luz a través del sello ruso Coyote Records, y ahora han mirado nada menos que a Australia para confiarles la publicación y distribución de su sucesor, dando lugar a un curioso triángulo geográfico y cultural de relaciones editoriales. La temática del álbum es conceptual, y el título de “World of phobia” sirve también como título de la intro y como título del menú que seguidamente despliegan: “Anthropophobia”, “Tyrannophobia”, “Homophobia”, “Eremophobia”, “Panophobia”, “Hypnophobia”, “Phonophobia” y “Algophobia”. El penúltimo de estos ocho temas es instrumental, como la intro, y sigue la misma línea de Death clásico, tecnicismo, ritmos cambiantes y solos incisivos, en un estilo que nuevamente recuerda bastante a IMMOLATION. Sólo falta saber si este parecido es una confluencia espontánea de identidades o si es un paso más en un camino hacia no se sabe bien dónde.

jueves, enero 16, 2014

ORGIASTIC REBIRTH- Corridors of repugnant suffering (2013)


No es que en Nueva Zelanda no haya Death Metal, pero por sus circunstancias geográficas el que hay sale poco o apenas se conoce más allá de sus fronteras, salvo en el caso de algún grupo de renombre como ULCERATE. El que nos ocupa ha ido a fichar nada menos que por un sello ruso, y además de reciente creación, aunque el álbum se distribuye también a través de Sevared Records. Lo que hacen estos ORGIASTIC REBIRTH no se corresponde con lo que a priori parece indicar su nombre o lo que pueda sugerir la portada, obra del Mottla Art Studio: no es Slam, ni siquiera Brutal Death, es Old School Death pero no retro, ya que alberga un poquito de otras cuantas cosas, como las citadas o como ciertos rasgos Doom, y tiene un saludable aire de naturalidad que lo sitúa por encima de tendencias demasiado enclaustradas en sí mismas.

El estilo puede recordar a veces a unos ASPHYX, puede sonar a AUTOPSY, puede parecerse por momentos a MORGOTH, a ROTTREVORE, a CARNAGE… o a DEVOURMENT. Tiene partes arrastradas y ritmos pesados, pero cuando les apetece meter blasts lo hacen, y si quieren arrancarse con un ritmo casi Slam también, como en “Chainsaw the children”, incluso pasan alegremente de lo uno a lo otro en “Mangled cunt fixation”. El tema estrella es el casi instrumental “Substance induced psychosis envoking mass perverse cannibalistic execution rituals”, de duración tan larga como el propio título y honda introspección Doom, aunque otros como “Eviscerate the unborn” también brillan a gran altura. Por el camino despliegan un interesante muestrario de recursos que abarca toda la historia del género pero que en ningún momento suena chocante, ya que funden sus variadas influencias con sentido de la cohesión y el conjunto acaba estando bien empastado.

La mayor pega es el sonido de la batería, demasiado mecánico, demasiado poco orgánico para poder llegar al nivel del resto de la música y de los instrumentos. A cambio, el bajo ha logrado un estupendo sonido medio difuso pero a la vez con cuerpo, y gracias a él se compensa en parte la limitación de la batería a la hora de unificar la masa sonora. Incluyen de regalo un par de versiones, una de MORTICIAN y otra de DEATH, si bien la primera no encaja con el resto del álbum, por el estilo tan distinto de ambos grupos y porque queda en evidencia que las brutalidades y el simplismo de los estadounidenses sólo tienen sentido con cierto tipo de producción. En realidad estas versiones habrían quedado mejor como auténticos “Bonus-tracks”, sin escatimar duración a la aportación creativa personal, que al final se queda algo escasa y nos deja con la sensación de que no han explotado toda su riqueza de registros y de que podrían haber exhibido aún más todo su potencial, por ahora sólo insinuado.

miércoles, enero 15, 2014

PERVERSE DEPENDENCE- The patterns of depravity (2013)


Estos rusos tenían hasta ahora el mérito de estar haciendo algo distinto a la mayoría pero sin salirse de los cánones. Era un mérito especial, ganado en su fantástico debut del 2009, que consistía en destripar quince temas cortos y a toda velocidad (outro aparte) a lo largo de veintiún minutos y, sin embargo, no hacer Grindcore, ni tan siquiera Deathgrind. Era Brutal Death de manual pero concentrado en píldoras de minuto y medio o menos. En cuanto a sus ingredientes nada revolucionario, nada del otro mundo y nada que no hagan otros muchos grupos, lo que era diferente era esa manera especialmente furibunda y condensada de ejecutarlo, su habilidad para lograr que cada tema, en su brevedad, pasara por varias secciones distintas, y su imaginación para enlazar riffs tocados a la velocidad de la luz y cargados con una buena dosis de técnica y enrevesamiento rítmico pero a pesar de eso llamativos. Cuatro años después, la formación de la banda ha cambiado por completo salvo el guitarra Slava, y también ha cambiado la música que ofrecen.

El planteamiento general no ha cambiado, mantienen su propuesta de temas hiperveloces por debajo de los dos minutos, guitarreo frenético y una batería obligada a un particular encaje de bolillos para poder seguir el paso a Slava. Lo que sí ha cambiado es la forma de realizarlo, ya que aplican la misma fórmula constructiva a cada uno de los diecisiete temas, el mismo diseño en los riffs, la misma ristra de notas, los mismos acentos irregulares, los mismos cambios de ritmo en el mismo punto de cada tema… Lo peor es ese ametrallamiento de notas con que insisten una y otra vez y que parece igual siempre. Suponemos que no lo es, pero ciertamente lo parece. Basta escuchar el tema “Forced foreskin soldering”, por ejemplo, y ya está oído el disco entero. O cualquier otro, porque son todos clónicos. El planteamiento del grupo es muy interesante, hasta original sin haber inventado nada, es diferente a lo habitual y les hace destacar, pero lo llevaron a cabo con muchísima más variedad y gracia en su debut que en esta espesa y apelmazada continuación.