miércoles, octubre 30, 2013

MOTÖRHEAD- Aftershock (2013)


Si hay un grupo de entre los grandes que ha permanecido siempre fiel a sí mismo, esos son MOTÖRHEAD, ni SLAYER ni ninguno de los supuestos grandes del Thrash, nadie lo ha hecho con tal nivel de integridad y quien más quien menos ha tenido algún traspié. Pero MOTÖRHEAD no. El maltrecho Lemmy y su banda de forajidos no han aflojado las riendas en toda su carrera ni se han movido un pelo de sus presupuestos, más allá de pequeños experimentos como alguna pseudo-balada cazallosa o la aparición ocasional de instrumentos como el cello o el piano. Por lo demás, han hecho lo mismo en las cinco décadas por las que han paseado con orgullosa autosuficiencia su estilo único, inimitable e influyente como pocos.

Así que vaya por delante mi admiración incondicional a su figura, su legado y su papel como referentes de toda una cultura y una forma de entender la música. Este es, si no he contado mal, su disco número veintidós, y vista la homogeneidad y el nivel medio de su catálogo, el número en sí podría pasar como un mérito y se podría alabar este formidable “Aftershock” a partir de factores como el desgaste del grupo, su larga trayectoria o la edad de sus miembros, igual que cuando decimos de alguien que “está bien para la edad que tiene”. Pues no: este disco es un clásico, sin más. No sé cómo coño lo han hecho, pero lo que han grabado en “Aftershock” sería bueno ahora y en 1980.

Esto es MOTÖRHEAD de la cabeza a los pies, como si por ellos no pasara el tiempo. Temas que van del Heavy sucio al Rock’n’Roll acelerado y macarra pasando por el Blues arrastrado, tal como a Lemmy le ha gustado explicar siempre su estilo. Algunos podrían estar en “Ace of spades”, otros en el oscuro “Orgasmatron”, otros se acercan a la fiereza de lo que grabaron en “No remorse” para dar la bienvenida a su formación de cuarteto, otros tienen la emotividad melódica de “Another perfect day”, y todos la honestidad que siempre es marca de la casa. Cómo es posible, después de cientos de temas, seguir pariendo riffs elementales y que las ideas fluyan frescas es todo un misterio, o que los temas tengan todos su propia identidad. Cada cual tiene su aire y su velocidad, los hay de ritmo vacilón y festivo, bastantes son abiertamente heavys, alguno hay más pesado y contundente, e incluso tenemos un intimista “Dust and glass”, perfectamente alineado con otro de título explícito, “Lost woman blues”.

Los títulos, ya que lo menciono, van en el mismo plan: “Death machine”, “Heartbreaker”, “End of time”, nombres de lo más genérico y manido, tanto como los propios títulos de sus discos, “Sacrifice”, “Rock’n’Roll”, “Bastards”, “Kiss of death”, “March or die”, o como sus portadas, pero es que son MOTÖRHEAD, toda su carrera es una celebración de las esencias que ellos mismos inventaron y que siguen vigentes hoy día. Y este disco no es distinto, sólo que es más fresco que la mayoría de los más recientes, tanto que hasta los riffs de dos notas cumplen su papel (“Crying shame”, “Keep your powder dry”), a ver quién hace eso sin ser MOTÖRHEAD o los RAMONES. Y el sonido… qué gusto primario, que placer visceral escuchar el principio de “Going to Mexico” -o la propia voz de Lemmy-, toda una satisfacción que encima después se convierte en un tema directo y muy sólido.

Otros que destacan son “Silence when you speak”, también de aparente simpleza, el principio frenético con “Heartbreaker”, o el cambiante “Knife”. La segunda mitad del álbum me atrevería a decir que es superior a la primera, desde luego es más pegadiza y más enérgica, aunque a su favor juega el no tener ningún tema que baje el nivel de intensidad. Y quizá esto sea de lo poco reprochable que se puede señalar, el orden de los temas, porque, por ejemplo, el paso del primer al segundo tema hace que este parezca flojo, como sin fuerza, cuando en realidad es un buen tema típico de MOTÖRHEAD, sin ser deslumbrante tiene su gracia y cuenta con un buen estribillo, pero la colocación le perjudica. Y poner tras él un Blues, sentido pero convencional, hace que el inicio del disco prosiga por esta cuesta descendente en cuanto a fuerza. Pero sólo es el principio, porque el propio Blues se transforma hacia el final y de ahí en adelante vendrá lo bueno de verdad.

Dejando a un lado la devoción por un tipo que para varias generaciones sigue siendo la viva imagen del músico incorruptible, uno de los pocos por los que merece la pena mantener la fe en la música cañera sin distinción de subgéneros o escuelas, dejando esto aparte y también el temor de que quizá no tengamos muchas más ocasiones de disfrutar de su música, a juzgar por su estado de salud, su cada vez más frecuente cancelación de giras o su deteriorada y débil voz en las entrevistas… al margen de todos estos factores, MOTÖRHEAD están en un estado de forma musical impresionante y “Aftershock” es variado y vigoroso, una gozada, una fiesta continua y un disco que EXIGE ponerlo a todo volumen.

domingo, octubre 27, 2013

FUCK YOUR DEPRESSION- Total conception of human madness (2013)

Ya no es por discutir el asunto de la duración de los discos, que si menos de media hora es demasiado poco, que si mejor eso que meter rellenos, que si sigue valiendo la máxima del “Keep it simple”… pero es que este disco no llega a los catorce minutos de música, y eso es un hecho objetivo. Su anterior EP era más largo, incluso descontando la versión de PROSTITUTE DISFIGUREMENT. Porque luego parece que a uno le gusta quejarse por costumbre, si es corto porque es corto y si tiene relleno porque tiene relleno, pero no es así: el problema es que ocurran las dos cosas al mismo tiempo. Los rellenos sólo molestan precisamente cuando el resto es escaso, o malo, o ambas, y en este disco ocurren todas estas cosas a la vez y a lo bestia.

Siete temas, con la mencionada duración global, acompañados de una intro ambiental de dos minutos, una outro que la retoma y continúa a lo largo de nada menos que cuatro minutos, que ya hay que tenerlos cuadrados, y de propina un remix en plan Techno maquinero que no pega con nada de lo que musicalmente plantea el grupo en los temas “normales”. Y estos, por su parte, son iguales a los de otras cien mil bandas de Slam cruzado con Goregrind, son genéricos, prescindibles y faltos de toda personalidad. Temas que se mueven por debajo de los tres minutos junto a otros que parecen simples bocetos o retales sobrantes. Sólo el tema-título y la final “Ignoring rules” parecen algo más sólidos y exhiben además suficiente variedad rítmica.

Para colmo, abusan de los armónicos en casi todos los temas, hasta el punto de que varios empiezan casi igual, muchísimos riffs tienen la misma estructura, las partes Slam son de lo más previsible y la voz repite una y otra vez las mismas inflexiones. El nombre del grupo era llamativo, parecía distinto y hasta interesante, al igual que la portada del disco, y además lo publica un sello que está muy activo en el género y en general bastante acertado descubriendo grupos como sus compatriotas 7 H TARGET, pero aquí han patinado estrepitosamente. La música es entretenida dentro de su impersonalidad, es brutal y cafre y cerda, y la producción no está mal, pero el disco en su conjunto parece un chiste.

KREATOR- Terrible certainty (1987)

El tercer disco de un grupo suele marcar un momento definitorio en su carrera, y esta máxima se cumplió con pocas desviaciones en el Thrash de los años 80: “Master of puppets”, “Reign in blood”, “Among the living”… “Terrible certainty”, discos que o bien suponían ya la cumbre de una evolución adelantada a todos sus competidores, como los dos primeros ejemplos, ambos del ‘86, o bien terminaban de definir la personalidad del grupo y la senda que recorrerían en años venideros, caso de los dos últimos, editados en 1987. Si en Estados Unidos tenían a METALLICA, SLAYER y ANTHRAX, entre otros muchísimos, en Alemania estaban SODOM, DESTRUCTION y KREATOR, también como parte de una amplísima legión, la más fecunda de toda la vieja Europa. El sacrílego triunvirato germano había empezado su ofensiva engendrando un Thrash mucho más tosco que el americano, crudo, áspero y canalla, de sonido sucio, planteamientos elementales y con una devota preferencia por armar bronca antes que por demostrar habilidades instrumentales o preocuparse por cuestiones de estilo. Pero todo esto habría de cambiar con el tercer disco del escuadrón comandado por Mille Petrozza.

Está claro que “Endless pain” y “Pleasure to kill” son discos importantísimos, clásicos imperecederos, eslabones cruciales en el nacimiento y consolidación del género a este lado del océano y en el planeta entero. Sus fechas de publicación y su compromiso total con la nueva causa no dejan lugar a dudas: KREATOR estaban haciendo en Europa lo mismo que EXODUS en Estados Unidos, sólo un paso por detrás del camino abierto por METALLICA y SLAYER, pero con el mérito extra de estar asentando una variante con identidad propia y elementos diferenciadores del tronco común americano. Estos discos seminales, junto a los de DESTRUCTION en los mismos años, servirían de guía para todo un movimiento orgulloso de sus propios rasgos. Las décadas siguientes confirmaron que, en efecto, había un Thrash distinto a cada orilla del Atlántico, y el revival que el estilo ha vivido ya entrado el siglo XXI también delata una clara filiación por parte de los grupos en uno u otro sentido.


Ahora bien, por paradójico que parezca, habría que tener en consideración la influencia que el “Reign in blood” tuvo sobre el giro estilístico de KREATOR en este tercer álbum, con el que se abría, tras la “época clásica” de los mencionados trabajos iniciales, lo que podríamos llamar su “época dorada”, continuada con un fabuloso “Extreme aggression” y un igualmente espléndido “Coma of souls”. Pasado el cambio de década, los cambios de estilo, las búsquedas, extravíos, aciertos y torpezas del grupo son difícilmente clasificables, al menos hasta el nuevo siglo, pero sus cinco primeros discos son fruto de una racha en continuo ascenso y sin fisuras, y constituyen un legado prodigioso del que pocos grupos pueden presumir. Pero volviendo a 1986 y al también tercer disco de SLAYER: no vamos a ponernos ahora a calibrar su influencia, de sobra conocida por todos, aunque sí es interesante observar que desde entonces caló hondo en Europa el gusto por las producciones nítidas, el sonido acerado y la precisión en la ejecución, todo lo cual acabaría dando origen al Thrash técnico y hasta progresivo representado en Estados Unidos por grupos como REALM, WATCHTOWER, TOXIK, ANACRUSIS o los FORBIDDEN de los 90 (también OBLIVEON en Canadá) y en Alemania por VENDETTA, PYRACANDA, DESPAIR, MEKONG DELTA, DEATHROW en “Deception ignored” o los propios DESTRUCTION en “Cracked brain”.

 KREATOR no llegaron tan lejos, pero marcaron la transición de un estilo a otro y discos como “Terrible certainty” abrieron la puerta y sirvieron de puente para ello. Por primera vez se podían escuchar con claridad todos los riffs y todos los detalles de la batería (el bajo, por desgracia, está casi desaparecido en la mezcla, salvo en el célebre comienzo del tema-título), la producción había despejado toda la maleza sonora anterior, las guitarras ejecutaban cada frase con rabiosa corrección y los temas estaban repletos de filigranas técnicas y rítmicas encajadas cada una en su sitio exacto. Eran prácticamente un grupo nuevo, recién eclosionado del cascarón y en un estado de asombrosa madurez. Aun así, rastreando con cuidado los entresijos del “Pleasure to kill”, se pueden encontrar numerosos avisos de este cambio, si bien camuflados bajo la maraña de guitarrazos y el ciclón de baterías incontroladas. En “Terrible certainty” todo está escrupulosamente controlado, todo parece obedecer a un plan pensado y ejecutado con germana inflexibilidad, y el resultado puede que no sea tan visceral como sus antecesores, pero es igualmente salvaje, y la violencia controlada que despliega es mucho más punzante y obsesiva y por ello más intensa.

Ya desde el título y la portada se anuncia la nueva orientación, nada de guerreros musculosos ni cráneos aplastados, sino una inquietante y misteriosa imagen cargada de sugerencias y dotada de un sentido de lo siniestro mucho más sutil que antes. Las letras serán también un apartado donde quede poco de épocas pasadas, ya que en general tratan asuntos de actualidad basados en preocupaciones sociales, políticas, sanitarias o medioambientales -lo que desde entonces será una constante en su producción-, junto a canciones como “No escape” o “One of us” aún consagradas a la adoración de la violencia física y la locura homicida, o bien la recreación de estos temas bajo temática religiosa e histórica en “Blind faith”. Musicalmente este es el tema encargado de presentar las nuevas directrices, y lo hace sin rodeos: redoble de bombo, riff y a correr. Esta vez reservan la intro acústica para el último tema y eligen saltar al cuello para dejar las cosas claras cuanto antes. El primer riff es complicado en su diseño y rítmicamente difícil de encajar con el veloz repiqueteo de la batería, pero es que así van a ser la mayoría durante sus próximos tres discos. Pocos riffs típicamente Thrash veremos en esta fase del grupo, pocos diseños en plan “Metal militia” o “Angel of death”. En su lugar desarrollan una gigantesca gama de melodías y ritmos entretejidos entre sí cual arabescos llameantes, y ahí es donde reside la novedosa y extraordinaria aportación de este disco.

Técnica y precisión, cambios de ritmo a velocidad endiablada, violencia dominada con firmeza y dosificada a voluntad, una voz que escupe rabia y que grita contra todos… Y así durante ocho temas en los que no hay ni un bajón de intensidad, ni un momento en que aflojen las riendas o descuiden algún detalle. “Blind faith” regala riffs generosamente, a cual más ingenioso, y en todos ellos la batería se integra a la perfección con las guitarras mediante un sinfín de detalles, paradas y redobles, a través de frases y motivos donde cada sección está minuciosamente diseñada. “Storming with menace” no se aleja de estos rasgos y exhibe la misma virulencia combinada con precisión. Tras él llega el primer clásico del álbum, el tema que le da título y que cuenta con uno de los estribillos más infecciosos de toda la carrera del grupo… nunca mejor dicho. Cierra la primera mitad el curioso “As the world burns”, único tema en que aún berrera el batería Ventor y único que baja de los cuatro minutos de duración, un tema muy distinto a los otros siete, más lineal y directo, algo más simple, quizá también más contundente, y una muy buena forma de aliviar la densidad del conjunto.

Con “Toxic trace” vuelven la filigrana encajada a la velocidad de la luz, los cambios de ritmo y una batería que no se desvía un milímetro de su partitura. Guitarras dobladas, armonías insólitas, partes inspiradas y pegadizas, coros poderosos y solos cortantes, qué más pedir en un solo tema. “No escape” recuerda por su gracia rítmica y por el floreo del riff al “Epidemic” de SLAYER de un año atrás, otro buen momento para equilibrar las fuerzas a lo largo del disco. “One of us” insiste en las armonías peculiares y la creación de texturas sonoras que por entonces aún eran una novedad, y mantiene la velocidad, la rabia, los cambios de ritmo y los estribillos coreables. Se cierra el disco con “Behind the mirror” tras la mencionada intro acústica, dando lugar a un nuevo tema rápido de riffs intrincados y estribillo simple que se limita a repetir el título, otra de las futuras claves en los discos del grupo y en sus directos. Con él quedaba todo dicho y la nueva identidad del grupo no tenía vuelta atrás. Tiempo después deambularían sin rumbo fijo hasta reencontrarse a sí mismos en “Violent revolution”, pero las esencias de los KREATOR que dieron altura de miras y pusieron en primera fila a todo el Thrash europeo quedaron fijadas con este valiente, innovador y formidable “Terrible certainty”.

miércoles, octubre 23, 2013

BROKEN HOPE- Omen of disease (2013)

¿Qué son catorce años para sacar un disco? Nada, y si no que se lo pregunten a BROKEN HOPE. Después de una regularidad infalible publicando sus obras clásicas cada dos años, el siguiente les tocaba para… el 2001, pero por cosas del destino se ha retrasado un poco, hasta ahora en pleno 2013. Y claro, se nota. De aquella formación sólo queda la cabeza pensante, Jeremy Wagner, y en menor medida Shaun Glass, bajista en los discos “Repulsive conception” y “Loathing” (sí, el tema de la repugnancia siempre les gustó, de hecho el álbum anterior a estos se titulaba “The bowels of repugnance”). El resto de miembros son nuevas incorporaciones, lo que unido al paso del tiempo, como decía, ciertamente se nota.

Y se nota para bien y para mal. La labor vocal del cerebro, dueño y alma de GORGASM, Damian Leski, es una pasada, oscura, pútrida y con una arrastrada profundidad que le habría venido bien al difunto Joe Ptacek en sus últimos trabajos. La producción no tengo tan claro que salga bien parada del salto temporal, sí en cuanto a nitidez y potencia, como le pasa a cientos de discos actuales, pero también tiene la sensación fría y sintética de esos discos y hará que muchos echen de menos el ambiente sórdido y el sonido crudo de “Swamped in gore”. Y lo que desde luego se les ha ido de las manos es la mezcla de subgéneros e influencias a la hora de componer, elegir los riffs y estructurar los temas.

El enfoque lírico es el mismo de siempre, asquerosidad y horror elevados al estatus de culto, y entre eso y una nueva portada de Wes Benscoter la impresión de continuidad está conseguida, pero en parte es sólo eso, una impresión, y la identidad de BROKEN HOPE como grupo ha perdido bastantes enteros en este disco. De siempre les había gustado recurrir a frases ingeniosas, pegadizas, fáciles, cortas, que repartían con acierto entre la densidad de vísceras y Death americano clásico, pero esta vez han apostado demasiado por el Groove para ciertos fragmentos y en otros se han inclinado hacia aires modernos. En sí mismo no es malo, el problema es que mantienen también las tendencias de antaño, con lo que acaban dando tales saltos que despistan al oyente y lo zarandean de un lado a otro.

El disco es una mezcolanza sin dirección que no logra ni una sola vez una estructura coherente para los temas. No sólo los cambios de estilo, sino también los de ritmo y velocidad son continuos y están hechos sin conexión. El resultado es que los momentos en que están inspirados son muy disfrutables, pero el conjunto es difícilmente digerible. Aun así, como tiene pegada, la voz es estupenda, los solos son ágiles e incisivos y no da tiempo a aburrirse, hay que reconocerle la virtud de saber entretener, aparte de los mencionados momentos estelares, que estarían en temas como “The flesh mechanic”, “Give me the bottom half” o el tema-título. Después, en los últimos, esta inmediatez parece perder fuerza y los temas se vuelven más genéricos y predecibles, aunque siguen dando buenas ocasiones para sacudir la cabeza. Terminan  con una revisión del clásico “Incinerated” que sigue las directrices de estos BROKEN HOPE actualizados, tanto en lo bueno como en lo malo.

Por último, para quien tenga interés en los detalles técnicos, hay que indicar que las partes de batería las grabaron en los Belle City Sound de Racine, Wisconsin, con el ingeniero de sonido Chris Wisco (LAZARUS A.D., JUNGLE ROT, ORIGIN, GORGASM), y las demás en los Mercenary Digital Studios de Zion, Illinois, con Scott Creekmore (DIRGE WITHIN, PUTRID PILE, LIVIDITY).

martes, octubre 15, 2013

SAPROGENIC- Expanding toward collapsed lungs (2013)

A la tercera va la vencida: estos SAPROGENIC han dado un vuelco a lo que hicieron en sus dos primeros álbumes, repletos de brutalidad gutural, complejidad excesiva y confusión sonora -especialmente en el debut de revelador título “The wet sound of flesh on concrete”-. Y eso que los integrantes son casi todos los mismos, pero es que siete años desde “Ichneumonid” no pasan en balde. El cambio, como siempre, complacerá a unos y decepcionará a otros, eso ya es cuestión de gustos, de lo que se trata es de ver si lo hacen bien o no, y al margen de opiniones personales hay que reconocer que lo hacen muy bien. Han engendrado un disco poderoso de Death Metal clásico, que no añejo, y a la vez moderno, que no modernete, con inspirados riffs, buena producción y francamente pegadizo.

El estilo recoge elementos de varias tendencias, sobre todo americanas, y los fusiona con coherencia: un poco de Florida, otro poco de IMMOLATION (la portada recuerda sin duda a su última obra), un algo polaco a lo NEOLITH o LOST SOUL, una buena dosis de oscuridad y el cóctel está listo. La mezcla es homogénea y no hay nada que resulte cantoso o que parezca fuera de sitio, lo cual tiene más mérito dada la amplitud de miras que presenta. Por otra parte, pese a estar publicado por Willowtip no es un disco de Death técnico ni progresivo, pero tiene técnica de sobra. La producción es nítida y ha logrado una tremenda pegada, la batería quizá peque un poco de sintética, pero en general el sonido resulta orgánico, oscuro y malévolo, y el disco es atronador.

Quizá lo que más llama la atención desde el principio es lo imaginativos que son la mayoría de los riffs y lo bien que entran a la primera. No son innovadores, pero sí imaginativos, ocurrentes, directos, como se le quiera llamar. Y variados. Rítmicamente no paran, prueban esquemas distintos, patrones cambiantes, algún ritmo irregular, pero sin pasarse de incomprensibles, más bien buscando todo lo contrario. Y las guitarras explotan generosamente todos los recursos del instrumento recorriendo el mástil sin ponerse limitaciones. Partes pesadas, partes rápidas, voz profunda que a veces alterna con otra rugiente, convicción y fuerza venidas desde el más allá para este disco verdaderamente disfrutable y adictivo.

domingo, octubre 06, 2013

EXHUMER- Degraded by sepsis (2013)

Comatose no suele editar discos malos o por debajo de un mínimo de calidad, es un sello profesional que se ha ganado un merecido prestigio a lo largo de los años, pese a no prodigarse mucho (o quizá justamente por eso). EXHUMER cumplen con su segundo disco todas estas previsiones y mejoran con creces el debut de hace cinco años, pero tampoco es que vayan mucho más allá. Si aquel disco, de puro obsesivo y extremo, resultaba indescifrable, ahora se han alineado junto a compañeros de sello como DISFIGURED o NECROTIC DISGORGEMENT, bandas de la “competencia” como HORDE CASKET, ABDICATE o FUMES OF DECAY, o recién llegados tipo EUPHORIC DEFILEMENT, todos ellos caracterizados por practicar un Brutal Death rápido y de corte inequívocamente americano, pero a la vez dinámico, fresco y nítido, en la estela de luminarias como LUST OF DECAY o los PATHOLOGY post-gore. Hasta la portada recuerda a las de “Amputated gorewhore”, “Slab of infinite butchery” o “Devouring the excavated”, con el santo y seña del inconfundible Jon Zig.

De aquel debut sólo permanecen el bajista y el guitarrista, suficiente para conservar el núcleo compositivo. Las nuevas incorporaciones a la batería y a la voz hacen su papel como podrían haberlo hecho un millón de músicos más, es decir, sin desviarse un milímetro del registro más convencional y ortodoxo y sin aportar nada propiamente individual. La música es, como apuntaba, amena, inteligible y bien fraseada, y sus detalles son expuestos en primer plano gracias a una diáfana producción. Lástima que esos detalles se queden a medio explotar, porque todos los temas se parecen demasiado y se ciñen a unas pocas pautas, sobre todo en los ritmos de batería y en las estrofas vocales, ya que en el diseño de los riffs hay que alabar el intento por alejarse de la regularidad rítmica y un notable uso del registro medio-agudo. Viene a ser una continuación de su limitación letrística: “necrosis”, “corroded remains”, “decomposition”, “putrescine”, “enzimas podridas” (así, en español)… Que sí, que nos ha quedado claro que el disco se titula “Degraded by sepsis”, pero ni esto es un álbum conceptual ni el asunto da para tanto, aparte de que en su debut andaban ya mareando con putrefacciones y necropsias, pero al menos entonces lo recargaban tanto que resultaba atractivo.

El primer tema resulta excitante y prometedor porque ofrece de golpe todos los rasgos positivos de esta nueva orientación de EXHUMER, lo malo es que tras él no hay más en ninguno, los blasts terminan por aburrir -aparte de que están algo altos en la mezcla- y los riffs incluso se parecen entre sí no pocas veces. Aun así el disco mejora hacia el final, desde “Adipocere corporal glue”, luego surge misteriosamente el fenomenal tema-título “Degraded by sepsis”, que relanza el interés, la variedad y la inspiración perdidos por el camino, y cierra “Putrescine” manteniendo bastante alta la media. Por último, hay que reprocharles seriamente a estos italianos que no sean capaces de componer más de veinte minutos de música por disco, incluso mediando cinco años entre uno y otro. Los tres temas ambientales son lo que son y no se les puede llamar de otra forma: relleno. Ni interludios, ni creación de atmósferas, ni dosificación de la intensidad ni pamplinas en vinagre: relleno puro y duro. No sé en qué piensan cuando hacen estas cosas, pero estos pseudotemas no se graban solos, son fruto de una decisión consciente, en algún momento alguien en el grupo tiene que haber hecho la propuesta, tiene que haber habido conversaciones sobre cómo serán, cuántos serán, cuánto durarán, y al final del todo los han grabado. ¿Y en ningún momento se les pasa por la cabeza si no le estarán echando morro ni tienen un instante de autocrítica?